La leyenda de ClearLine empieza en Japón, donde la diosa del sol Amaterasu iluminaba el cielo y calentaba el mundo. Cuando la violencia de su hermano rompió la paz a su alrededor, se retiró a una cueva y la selló con una piedra. Sin ella, el mundo se apagó en frío y silencio.

Los dioses no podían obligarla a volver. Eligieron una estrategia más tranquila. Colocaron un espejo brillante en la entrada de la cueva. Uzume bailó, la risa se elevó, y la alegría se reunió donde la oscuridad se había instalado.

Dentro de la cueva, Amaterasu oyó las risas y se acercó. Cuando asomó, no vio primero a la multitud. Vio su propio rostro reflejado, radiante, inconfundiblemente vivo. Recordó que era luz, no solo agotamiento.

ClearLine es ese momento de umbral. Sales del ruido, te encuentras con tu reflejo claro, y vuelves a ti con una calma precisa. La leyenda de ClearLine recuerda que la claridad puede ser suave, y aun así decisiva.